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Por: Maximiliano Velazquez

Sociólogo y docente de la UNGS , especialista en transporte y movilidad

Hoy sabemos que la decisión es reducir los subsidios, hasta el momento no se ha dicho eliminar por suerte, pero todavía no sabemos de cuánto va a ser la reducción. Aparentemente se aplicaría a partir del 1 de enero, aunque se está discutiendo que muchas de esas tarifas tienen que pasar por audiencias públicas en general y según qué jurisdicción estemos hablando, con lo cual puede ser que alguna de ellas se demore hasta febrero.

En este sentido, yo hice un pequeño jueguito, con la información que publica la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor,  que cada mes publica según los datos que tiene del sistema SUBE un índice bondi, que para el caso de noviembre del 2023 se decía que el precio promedio de boleto sin subsidios estaba en 540 pesos. Suponiendo que este valor es un valor aceptable, porque también habría que discutir cómo se compone, ellos partían de un boleto con subsidios de 39 pesos de los boletos del AMBA y en función de eso y con los cálculos que realizaban llegaban a este valor. Si eso fuese cierto y a ese valor se le sumara el incremento a la liberación del precio de energía, particularmente el costo del diesel,  como anunció YPF con el 30% de aumento entre noviembre y diciembre, esos 540 pasarían a ser 702 pesos. Y sin embargo, eso no tiene contemplado la devaluación del peso que fue del 118% llevándolo a 800 pesos e incorporando para las importaciones el impuesto país del 17,5%. Si le incorporaremos los costos de adquisición, reposición y mantenimiento de vehículos y neumáticos, otro de los componentes es el gasoil, estaríamos en un boleto en torno a los 850 y 950 pesos, la cuenta nos da puntualmente $ 884.- con los importes hasta hoy estimados. Por supuesto es un valor teórico, es decir que tiene que ver con dar por sentado que los valores de AAETA son válidos.

Esto es lo que hoy sabemos, ahora ¿Qué es lo que no sabemos? No sabemos cuál va a ser el porcentaje de ingreso del sistema que va a corresponder a la tarifa y cuál va a ser el que va a corresponder a las compensaciones, que sería lo que paga el estado en materia de subsidios. Se dijo reducción, no se dijo anulación, con lo cual si nos metemos en este segundo tema hoy el porcentaje que corresponde a tarifas es del 13% y el 87% corresponde a subsidios. Entonces, haciendo un pequeño cálculo, y siempre teniendo en cuenta los valores de noviembre de la AAETA, podemos llevar el valor al del 2016, el momento en que estuvo más alta la tarifa en relación a la compensaciones. En aquel momento, el 38% de la tarifa era pagada justamente por los usuarios, eso llevaría a $620 el valor actual.

Ahora, lo podemos complicar un poquito más, suponiendo que lo que se quiere llevar es un valor equivalente al momento de la convertibilidad, cuando estaba absolutamente liberado el precio del transporte. En diciembre del 2000, la tarifa era $0,79, que equivalía a dólares en aquel momento, si hiciéramos ese cálculo al valor de los $800 actuales, estaría dando un boleto de $632. Eso sería una tarifa equivalente a la que tiene Lima o Sao Paulo,  con un boleto de 0.84 dólares lima y de 0.83 Sao Paulo; Bogotá es más barato porque tiene un subsidio más fuerte y queda en 0.60 dólares. Lo que no sabemos es cuánto va a ser el porcentaje de reducción que se va a hacer, está claro que si no hacemos reducción nos vamos a una tarifa de entre 700 y 800 pesos, o 850 como calculaba antes, si respetamos los costos de la AAETA.

Con la SUBE tenemos más complejidad, ¿Estas compensaciones van a continuar con las compensaciones de AUH, pensiones, boletos escolares, etc?. Hoy suponemos que sí, y esto como corresponde al 35% de los viajes realizados, impacta en la tarifa en una reducción, con lo cual a cualquier valor que calculemos podemos pensar que hay una reducción porque se mantienen ciertas compensaciones y gratuidades. Y a su vez no hay ningún tipo de información de si eso se mantiene o se quita el 50 % del segundo viaje que lo paga el estado y el 75 % del tercer viaje, esto refiere al 14 % de todos los viajes, lo que se llama boleto integrado. Es decisivo para los habitantes del conurbano que tienen que hacer muchos kilómetros por ejemplo para venir a trabajar a Capital Federal o a otro partido distinto al que viven.

Tenemos un montón de interrogantes porque todavía no hay letra fina con respectos a este tipo de anuncios. Simultáneamente el ministro de economía dijo que se iba a intentar aplicar un criterio federal para que no haya esta distorsión entre el AMBA y el interior, eso tampoco sabemos muy bien cómo va a impactar, porque recordemo que tenemos tarifas como en San Marin de lo Andes, Rosario y Córdoba, en torno a los $ 200 o $ 300.  También depende de qué tipo de transporte se tome, el tren podría estar a un nivel similar al colectivo, no habría tanta diferencia en general, aunque restaría evaluar el costo del aumento de la tarifa eléctrica mayorista que el sistema metropolitano ferroviario y subterráneo paga para operar sus servicios eléctricos.

Más allá del valor de la tarifa que se fije, lo que hay que tener en cuenta es cómo impacta el aumento en la movilidad de las personas, particularmente en quienes utilizan el transporte público para ir a trabajar o estudiar todos los días. El Gobierno saliente fijó para el primero de diciembre pasado el valor de $ 156.000 como Salario Mínimo, Vital y Móvil para el Régimen de Contrato de Trabajo del país, y como sabemos este valor es inferior a la canasta básica total armada en función de los gastos en alimentación de las familias, pero es una referencia válida para hacer cálculos. Si para la Asociación de Empresas del Transporte Automotor el costo promedio del boleto con subsidios fue en noviembre de $ 39,02 podemos hacer una hipótesis de que el costo mensualizado del transporte promedio para una persona en el AMBA era de 1.560,80 pesos (unos 40 viajes mensuales realizados), es decir implicaba un 1 % del Salario, Mínimo, Vital y Móvil. Si aplicamos un valor estimado digamos de $ 800 sin subsidios implicaría que el costo mensualizado sería de alrededor de 16.000 pesos, consumiendo un 11 % del Salario, Mínimo, Vital y Móvil. Como se observa se hace necesario compensar el brutal aumento con alguna política que permita seguir subsidiando al menos parcialmente el costo de transporte. Caso contrario, el efecto inmediato sería la reducción significativa de la cantidad de viajes del sistema, es decir, muchos menos pasajeros que no podrán o les costará mucho pagar la tarifa, poniendo en peligro la continuidad económica y financiera de muchas empresas del sector.

Esperemos que la compensación sea importante, que no sea una reducción a cero, como los valores que estuvimos mencionando. Cualquier reducción intermedia llevaría a un valor más acorde a lo que se pueda llegar a pagar.