A lo largo del año y pico que llevamos luchando contra la pandemia de COVID-19, se ha escrito, leído y debatido extensamente acerca de las políticas estatales necesarias para contener y mitigar su poder de destrucción. Esta discusión trajo de regreso el reconocimiento del papel central del Estado en el despliegue de acciones sociales para hacer frente a fenómenos de carácter indiscutiblemente público, como una pandemia global.
Los protagonistas de esta nueva película son los estados nacionales, pero la pandemia es también un fenómeno fuertemente territorializado, que asume características particulares en cada ciudad o región. Por lo tanto, la labor de los gobiernos municipales resulta una pieza clave de la maquinaria de acción estatal frente al covid, aunque su actuación quede opacada por la centralidad de las políticas del gobierno nacional.
Además, ha quedado claro que la incidencia de la pandemia ha sido –y sigue siendo- mayor en las ciudades más grandes, en las principales aglomeraciones… es decir, en el tan mencionado AMBA. La expansión del virus en el Conurbano Bonaerense, en particular, no solo se explica por su densidad poblacional, sino también por las difíciles condiciones de vida de sus habitantes, que hacía más arduo cumplir con las medidas de protección…
[1] Investigadora docente del ICO-UNGS. Coordinadora (en uso de licencia) del Observatorio del Conurbano.
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